Dicen
que una imagen vale más que mil palabras, pues hoy os he querido traer algo que
va mucho más allá: una imagen que encierra más de mil palabras. Observadla y no
me digáis que no es genial.
Me
fascina todo lo que evoca esta imagen, una mujer rodeada de paz, calma, sol,
arena y mar, a los que no le presta la más mínima atención atrapada como está en
la lectura de un libro.
Son
numerosas las personas que leemos cuando vamos a la playa. Lo solemos hacer de
mil maneras distintas: debajo de la sombrilla, con posturas imposibles tumbados
en la toalla (yo soy de esas), de forma más cómoda en hamacas con cabecero regulable etc. Pero
reconozco que jamás había visto a nadie tan absorta en la lectura de un libro
como para dedicarse a leer mientras pasea. Y es que, aunque la imagen capta un
mínimo instante, lo que yo tuve el privilegio de ver en persona iba más allá,
la señora en cuestión estuvo un buen rato paseando con los pies dentro del agua
de una lado a otro sin levantar ni un segundo la mirada del libro.
No pude leer el título del
libro, algo que me habría encantado, porque fue verla y no poder parar de
mirarla pensando dónde se encontraría ella en ese mismo momento, porque está
claro que allí no estaba, al menos mentalmente. Quizás estuviera en un paraíso similar
al real, en una playa de aguas cristalinas debido al naufragio de un barco del
S.XVII, o conociendo las peripecias de un jovencito tan espabilado como
Tom Sawyer. También es posible que se sintiera protagonista de una de las más
bellas historias de amor jamás contada, o por el contrario, podría estar
luchando en una de las grandes guerras…
Ciertamente no lo sé. Lo único
que sé que yo hubiera dado lo que fuera por encontrarme en el mismo lugar que
ella en ese momento ¿vosotros no?
¡Besos y feliz fin de
semana!